dijous, 16 de febrer del 2012

Pumuki

Erase una vez, un pájaro amarillo que se llamaba Pumuqui. Su dueño, Shake, lo cuidaba cada día y deseaba cruzar a su pájaro para tener aún más como él. Shake tenia 32 años, estaba soltero, era castaño y tenía los ojos azules. Su cuerpo era lo más parecido a la perfección que se había visto. No estaba delgado ni gordo y sus músculos estaban bastante bién ya que no resaltaban mas que su blanca sonrisa de marfil. Era sensible y muy carismático.
Las mascotas se parecen a sus dueños, no siempre. Bueno, casi nunca, pero estos dos compañeros de piso eran identicos. Pumuqui no era castaño pero tenia un plumaje esplendido, un pico suave como un húmero acabado de lijar y una habilidad para alzar el vuelo increíble.
Todo era como tenía que ser hasta que un día, el dueño lo solto de la jaula y se escapó por la ventana que había en la cocina.
                                                Introducción acabada. Empieza lo sádico. (I.A.E.S)
Pumuki, el pájaro explorador, llevaba ya 2 dias sin comer nada. Escapo casi ileso de un encuentro con un gato (daños mínimos, perdió dos dedos y un par de plumas) y deseaba volver a casa con todas sus ganas.
Si los animales no actuaran inconcientemente nuestro amigo pájaro se habria suicidado cayendo en picado desde una gran altura provocando un derrame cerebral, chocandose contra un pico de fuente abriendose la cara hasta llegar a la nuca o electrocutándose con los cables mal sellados de los postes de electricidad. Pero, como no era así, siguió volando hasta caer, exhausto, al suelo.
Unos niños que pasaban por ahí lo recogieron, el pájaro tenía alguna esperanza para sobrevivir.
Pero los motivos por los cuales los niños habían cogido a Pumuki no eran tan buenos como él pensaba. Un niñó, el más inofensivo del grupo de cuatro, saco un mechero y un cigarrillo tirando a porro. Se lo metió al pajaro en la boca y lo encendió. El pájaro convulsionaba y estaba al roce de la muerte y el segundo niño le quito en porro de la boca para introducirselo en la suya. El tercer niño, más inofensivo aún, sacó un pequeño pertardo de su bolsillo y procedió a ponerlo al lado de Pumuki. Le pidió el mechero a su amigo y se negó a darselo. El cuarto niño, mas inteligente que los demás, saco una lupa que siempre llevaba para quemar hormigas y demás y se la colocó en la mano del otro.
Entre los cuatro metieron el petardo en la boca del pájaro, aún vivo, que pensaba, más cansado que nunca, como le gustaba su antigua viva. En ese momento sonó lo que seria la cuenta atrás.
3....2...?!.
No hubo tiempo para más. El petardo, de mecha corat, había explotado y exterminado al pobre animal inocente. A Pumuki. Jamás podria volver con su amo ni él podria volver a ver a su Pumuki, madre una cria que aún tenia en el vientre.



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